lunes, 16 de marzo de 2015
miércoles, 11 de marzo de 2015
Adiós - Enrique Molina
Un día más, sólo un minuto más, para estar vivo
y despedirme de cuanto amé.
Para decir adiós a las cosas que vi y toqué mientras moría
desde el instante mismo en que nací.
Y vino el niño con el premio que sacó en el colegio por su
sabiduría,
y el ala de la gaviota golpeando en lo infinito con su vuelo,
vino la cabellera derramada y el rostro de la misteriosa
mujer que estuvo a mi lado, en el lecho, sin que yo lo supiera,
y el río con su lenta corriente musculosa
a través de cada mueble, cada objeto y cada gesto
de quien me ve parir, ¡oh Dios mío!
y despedirme de cuanto amé.
Para decir adiós a las cosas que vi y toqué mientras moría
desde el instante mismo en que nací.
Y vino el niño con el premio que sacó en el colegio por su
sabiduría,
y el ala de la gaviota golpeando en lo infinito con su vuelo,
vino la cabellera derramada y el rostro de la misteriosa
mujer que estuvo a mi lado, en el lecho, sin que yo lo supiera,
y el río con su lenta corriente musculosa
a través de cada mueble, cada objeto y cada gesto
de quien me ve parir, ¡oh Dios mío!
Un instante más aún en el suelo que pisé,
en el aire de mi respiración
sofocada por el amor, en los vestigios de la pasión,
con cuanto -mosca o sol- me deslumbró en este extraño
planeta, donde perdure año tras año, presintiendo
este límite de espumas, este revuelto torbellino
de la despedida, yo, que tanto fui deslumbrado
por centelleante atracción de la tierra,
por cuanto fue caricia o solamente un espejismo del mundo
es mi destino.
en el aire de mi respiración
sofocada por el amor, en los vestigios de la pasión,
con cuanto -mosca o sol- me deslumbró en este extraño
planeta, donde perdure año tras año, presintiendo
este límite de espumas, este revuelto torbellino
de la despedida, yo, que tanto fui deslumbrado
por centelleante atracción de la tierra,
por cuanto fue caricia o solamente un espejismo del mundo
es mi destino.
Así, pues, despidiéndome de los caballos, de la canoa,
los pájaros, el gato y sus costumbres. Déjame
una vez más mirar las flores y la lluvia. Es éste
el trágico instante en que uno descubre
el delirio misterioso de las cosas, sus raíces secretas,
el instante supremo de decir adiós.
a cuanto se adoró en esta vida.
los pájaros, el gato y sus costumbres. Déjame
una vez más mirar las flores y la lluvia. Es éste
el trágico instante en que uno descubre
el delirio misterioso de las cosas, sus raíces secretas,
el instante supremo de decir adiós.
a cuanto se adoró en esta vida.
sábado, 7 de marzo de 2015
Consejos de Baudelaire
Después de atravesar victorioso los años salvajes de su juventud y con cierta madurez tanto creativa como emocional, Baudelaire redactó algunas sugerencias para todos aquellos que pretendían la misma suerte del genio francés, convertirse en escritores. En sus “Consejos para los jóvenes literatos”, detalló diez indicaciones directas y concisas, que ofrecía a las nuevas semillas de la creación literaria.
Las sugerencias del poeta francés, a pesar de que fueron tejidas hace siglo y medio, no han agotado su poder de actualidad. Leerlas en una época como la nuestra, en la cual levantas una piedra y encuentras a un joven escritor, es un buen ejercicio para medir los talentos efectivos y no ahogarnos en la esclerosis del despotismo ingenuo, de querer ser recordado por la historia de la literatura universal antes de tiempo.
La primera regla, según Baudelaire, para quienes pretenden iniciar una carrera literaria, es que la inspiración es más un asunto de trabajo constante y disciplinado, que un impulso azaroso de creatividad. No hay éxito fortuito, sino sólo una “una lenta agregación de éxitos moleculares; pero generaciones espontáneas y milagrosas jamás”.
El trabajo paulatino desarrollado a lo largo de los años, es lo único que podría desencadenar logros. Ser un escritor poco leído, o muy leído pero mal juzgado, no es una cuestión de mala suerte, sino más bien de poca dedicación. Lo anterior con sus debidas y concretísimas excepciones.
Otra de las exhortaciones del poeta francés, se centra en las relaciones personales de los escritores jóvenes con su público, con sus lectores y hacia los compañeros del mismo oficio. Baudelaire recomienda no caer en el vicio de los chismes y pugnas sentimentales, que nada aportan al trabajo de escritura. “Algo muy imprudente; es hacerse de un enemigo, sin beneficio ni provecho”. Lo mejor es mantenerse al margen de los conflictos de lavadero que siempre consigna el mundo literario.
El poeta francés, también sugiere no perder el tiempo en demostrar por qué determinado individuo es un imbécil, ya que a los imbéciles lo mejor es ignorarlos. Pero en el caso de que alguien quisiera aclarar que uno es el imbécil, lo mejor será sonreír y sentirse halagado por el esmero de que otro ocupe tanta de su energía en calumniarnos. Hay que combatir las críticas desde las alturas de la inteligencia, evitando rebajarse a la bajeza de las injurias. Porque donde hay agua sucia, más abajo hay lodo y uno podría quedarse.
Baudelaire también da consejos para tener una vida sana, como la de llevar una buena alimentación, “ya que es la única cosa necesaria para los escritores fecundos”. También recomienda no malgastar demasiado tiempo en amantes, ya que podrían ser la perdición de cualquiera. Siempre es mejor poner un freno a la exuberancia de los sentimientos, porque quitan mucha energía, sobre todo cuando se es muy joven.
Otro consejo básico, es que “a pesar del desorden que haya acompañado a veces al genio, lo más importante es no tener acreedores jamás”. Porque las deudas queman la tranquilidad mental de cualquiera, y ésta es sin duda una cualidad esencial para seguir escribiendo. Vivir sin tener que preocuparse por comprometer la pluma para saldar monstruosas deudas, es una exigencia que todo escritor joven habrá de considerar.
Baudelaire no sólo pensó qué cosas habrá de llevar a cabo un joven para convertirse en escritor, sino también cuánto debe cobrar en el momento de ya serlo. Escribir también es un trabajo, entonces, ¿por qué no se ha de exigir un pago por dicha labor?
El poeta francés insta a los jóvenes escritores a no devaluar su talento y cobrar lo justo por sus publicaciones. Porque “la literatura, que es la materia más inapreciable, es ante todo una serie de columnas escritas; y el arquitecto literario, cuyo sólo nombre no es una probabilidad de beneficio, debe vender a cualquier precio”.
martes, 3 de marzo de 2015
Joaquín Sabina
(Benditos Malditos)
Benditas sean las bajas pasiones
que no se rajan cuando pintan sables;
los labios que aprovechan los rincones
más olvidados, más inolvidables.
Bendito sea el libro de la calle,
los viejecitos verdes con petaca;
las medias con costura, que detalle,
los quitapenas que dejan resaca.
Las marujitas que pierden al bingo,
los descendientes de los animales,
los miércoles con ropa de domingo.
Los adustos, los Dandis insolventes,
los justos que parecen subnormales,
los iguales a mí; los diferentes.
Malditos sean los bobos con medalla,
los probos ciudadanos,
los chivatos, los candidatos,
-¡cierra la muralla!-,
los ascetas a dieta de tres platos.
Los ungidos, los líderes en serie,
los que tiran penaltis de cabeza;
los que ignoran la voz de la intemperie,
los que adoran al dios de la certeza.
Malditas sean las muertes naturales,
los que besan a plazos mensuales
y se confiesan en cuatricromía.
JOAQUÍN SABINA
(de su libro "Ciento volando de catorce"
(Benditos Malditos)
Benditas sean las bajas pasiones
que no se rajan cuando pintan sables;
los labios que aprovechan los rincones
más olvidados, más inolvidables.
Bendito sea el libro de la calle,
los viejecitos verdes con petaca;
las medias con costura, que detalle,
los quitapenas que dejan resaca.
Las marujitas que pierden al bingo,
los descendientes de los animales,
los miércoles con ropa de domingo.
Los adustos, los Dandis insolventes,
los justos que parecen subnormales,
los iguales a mí; los diferentes.
Malditos sean los bobos con medalla,
los probos ciudadanos,
los chivatos, los candidatos,
-¡cierra la muralla!-,
los ascetas a dieta de tres platos.
Los ungidos, los líderes en serie,
los que tiran penaltis de cabeza;
los que ignoran la voz de la intemperie,
los que adoran al dios de la certeza.
Malditas sean las muertes naturales,
los que besan a plazos mensuales
y se confiesan en cuatricromía.
JOAQUÍN SABINA
(de su libro "Ciento volando de catorce"
lunes, 2 de marzo de 2015
Caminos del espejo - Alejandra Pizarnik
I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.
II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.
III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.
IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.
V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.
VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.
VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.
VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.
IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.
X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.
XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.
XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.
XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.
XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.
XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.
XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.
XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.
XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.
XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.
El viaje definitivo
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espiritu errará, nostálgico.
Y yo me iré y estaré solo, sin hogar,
sin árbolverde, sin pozo blanco,
sin árbolverde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán, los pájaros cantando.
Juan Ramón Jiménez
miércoles, 25 de febrero de 2015
GRUPO DE ESCRITURA
coordinación Lic. Lucía Serrano
Se encuentra abierta la inscripción para el Grupo de Escritura anual que se desarrolla en Tigre, pcia. de Bs.As. Argentina.
El grupo cuenta, además, con una modalidad virtual (a distancia) para quienes no puedan llegar.
Comienzo: Sábado 7 de marzo 2015 de 16,30 a 18,30, cada 15 días. (pedir información)
coordinación Lic. Lucía Serrano
Se encuentra abierta la inscripción para el Grupo de Escritura anual que se desarrolla en Tigre, pcia. de Bs.As. Argentina.
El grupo cuenta, además, con una modalidad virtual (a distancia) para quienes no puedan llegar.
Comienzo: Sábado 7 de marzo 2015 de 16,30 a 18,30, cada 15 días. (pedir información)
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