lunes, 23 de abril de 2012

TESTIMONIOS (Germán Pardo García

TESTIMONIOS de Germán Pardo García Nos oponemos a los grandes bosques que extienden sus tentáculos silvícolas y chupan sangre del jardín obrero. Somos de una familia de luciérnagas que encienden sus fugaces farolillos al pie de las manzanas y duraznos. Daremos testimonio contra el tigre destazador de las joviales cabras, y contra las serpientes invasoras que lanzan de los ríos y lagunas a las pequeñas ranas campesinas. Comprendemos la pena de los nidos, donde en cada polluelo ya se escucha la escala musical adolescente. Y el pan que en nuestra casa no tocamos y limpio y sin ultraje permanece, es para esa ternura proletaria del indio que les da a sus alimentos, mientras suenan las flautas de carrizo, la morena sazón del abandono. El día en que las últimas alondras alcen un tribunal contra las fieras, acudiremos con la ley agreste, con los rurales códigos escritos por el gorrión en hojas de centeno, contra el sol y la lluvia, contra el frío, la desnudez el hambre y el despojo, porque hemos visto a las pesadas águilas devorar su salario al colibrí.

viernes, 13 de abril de 2012

EL BARQUERO Y EL ERUDITO




Mulá Nasrudin consiguió trabajo de barquero.

Cierto día transportando a un erudito, el hombre le pregunta:
- ¿Conoce usted la gramática?
- No, en absoluto, responde Nasrudin.
- Bueno permítale decirle que ha perdido prácticamente la mitad de su vida – replica con desprecio el estudioso

Poco después, el viento empieza a soplar y la barca está a punto de ser tragada por las olas.

Justo antes de irse a píque, el Mulá pregunta a su pasajero:
- ¿Sabe usted nadar?
- ¡No! – contesta, aterrorizado, el erudito.
- Bueno, ¡permítame decirle que ha perdido usted toda su vida!

miércoles, 11 de abril de 2012

ADIÓS, PUES




Adiós, pues el poeta ha de seguir viajando.
y si mi amor os desgarra al romperse,
ese es el sonido, fuerte, de la libertad,
ruido de cadenas haciéndose pedazos.

Adiós, pues ya he estado aquí, en mi sitio.
Y os entregué mi amor, mi cuerpo hecho pedazos,
la voz clarividente de mis versos
y esa mirada mía, abierta al universo.

Adiós, pues el poeta ha de seguir viajando
y como alguien me ha amado en este pueblo
y como alguien, seguramente, alguno me ha mirado,

no lo pienso más, antes de irme,
antes de comenzar la nueva travesía,
toco esos labios, beso esa soledad.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991