viernes, 29 de noviembre de 2013

Así es mi vida, 
piedra, 
como tú. Como tú, 
piedra pequeña: 
como tu,
piedra ligera; 
como tú, 
canto que ruedas 
por las calzadas 
y por las veredas; 
como tú, 
guijarro humilde de las carreteras, 
como tú, 
que en días de tormenta 
te hundes en el cieno de la tierra 
y luego 
centelleas 
bajo los cascos 
y bajo las ruedas; 
como tú, 
que no has servido 
para ser ni piedra 
de una lonja, 
ni piedra de una audiencia, 
ni piedra de un palacio, 
ni piedra de una iglesia... 
como tú, piedra aventurera... 
como tú, 
que tal vez estás hecha 
sólo para una honda... 
piedra pequeña 

ligera...


De:Autorretrato


miércoles, 27 de noviembre de 2013

CLAUDIA MASIN

El talismán

Los ojos de los que estamos continuamente al borde de la caída
o del tropiezo, no saben despegarse de la tierra. De qué sirve
una belleza material que no pueda tomarse entre las manos
como una piedra y ser llevada siempre encima del cuerpo
igual que esos objetos insignificantes
que un niño acarrea consigo donde vaya, y que lo hunden
en el terror o el desconcierto si se pierden.
No hay belleza para mí en las cosas
que no pueden volverse talismán contra las fuerzas
del desamparo o de la pena, y ninguna palabra podría hacer eso,
sólo la presencia física de lo que fue elegido por un amor oscuro,
cuyas leyes desconocemos, para preservar nuestra vida intacta
entre todos los peligros y accidentes que la acechan, a pesar
de que es ella, esa presencia amada, el peligro mayor,
porque no puede protegernos de su pérdida.




(De "La plenitud", Hilos, Buenos Aires, 2010.)

domingo, 17 de noviembre de 2013

LOS CABALLOS DE AQUILES

Cuando vieron a Patroclo muerto,
tan fuerte, joven y gallardo,
prorrumpieron en llanto los caballos de Aquiles.

Su naturaleza inmortal se conmovió
al ver la obra de la muerte;
movieron las cabezas, agitaron las crines en el aire
y golpearon la tierra con sus patas.
Lloraban a Patroclo al darse cuenta que estaba sin vida,
su carne inerte,
su alma perdida, sin aliento, salida a la gran nada.

Zeus vio las lágrimas de los inmortales caballos
y se entristeció: "No debí actuar impulsivamente
en la boda de Peleo. No debí regalarlos.
Tristes caballos.

¿Qué tenían que hacer allá,
entre los desdichados humanos, juguetes del destino?
Ustedes, para quienes no existe la muerte ni la vejez,
si algún problema humano los alcanza
caerán también en la desdicha."

Sin embargo, los caballos continúan llorando
por el interminable desastre que es la muerte.

KONSTANTINOS KAVAFISEgipto-1863
De "Deseos y otros poemas"


jueves, 14 de noviembre de 2013

   VIENTOS HURACANADOS

Me acerco al río más ancho del mundo y mientras diviso
lejana la tormenta, vientos huracanados del norte,
mezclan en apariencia todas mis ideas.
Viento de los locos te llaman, porque vas y vienes
en todas direcciones.
Levantas mis vestidos y sospecho la escena de amor contigo,
donde nacen hijos que vuelan hacia el cielo.
Miro a mi alrededorlas hojas caídas,
mueves de los árboles altos, la copa entera y hasta las
raíces deben sentir tus vibraciones.
Camino lentamente gozando al verte danzar tu danza.
Mi cuerpo moviéndose por tu furia, estremece las ansias.
Como un huracán, tiras abajo lo más endeble, lo flojo,
lo que ya no sirve, y te alzas para seguir viajando.
No tienes ningún miedo.
Tu altivez hamaca mis sueños y no quiero verte partir.
Sería capaz de quedarme atada a esa intemperie.
Tierra tenaz donde sospechan los visitantes.
Geografía que das vuelta al vacío de las formas sobre la rivera.
Se alegran las aguas cuando te acercas, ciego, exacto,
soberbio sobre las superficies.
Vientos huracanados, siembras en mis alrededores tu explosiva
carga húmeda, tu niebla, tu oleaje implacable.
Mientras tanto, aguardo las voces que vendrán con la tormenta,
y negras alturas no te detendrán.
A todo lo llevas por delante viento, el humo de algún
pastisal recién prendido, se aviva con tu brisa,
y el paraíso es ese tiempo sin derrotas.
Con el último rayo de luz, celebro el crepitar de tu transparencia,
muevo mis cabellos con el aire que amontonas,
y quiero que termines esta danza macabra,
para volver a casa y mirar a lo lejos las distancias.                                          61
Ni siquiera recogí una palabra.
Sombras donde los pájaros ya no están.
Secretos del viento conversando conmigo en esta tarde gris,
para que los hombres levanten su cansancio.
Adonde llegarán las huellas lejanas que te acompañan
Hasta el río me pertenece cuando llegan los huracanados
vientos del norte sobre mi piel felina.
Una frescura de mar desciende empecinadamente
sobre el asfalto, arremolina lo muerto.
Esta noche, no existirá en el bosque, será toda del viento.
Despiertan los recuerdos, y es este aire de silencios,
leve caricia detenida.
Vuelve, que asombraremos al miedo de los débiles,
y alguna gaviota volará nuestro cielo.
Alborotado decir del balanceo, entras al corazón,
para devolverle al viento tus palabras,
sosteniendo el desamparo del aire fresco.
Vientos que hablan conmigo.
Vientos del silencio.
Vientos de luz.
Extraña terquedad de los huracanados vientos.
Hoy no levantaré las velas,
aguardaré en la amarra tus ensueños.

LUCIA SERRANO (del libro "CARAMELO" - 2013)





jueves, 7 de noviembre de 2013

CHARLES BUKOWSKI


NADIE SINO TÚ

nadie puede salvarte sino
tú mismo.
te verás una y otra vez
en situaciones
casi imposibles.
intentarán una y otra vez
por medio de subterfugios, engaños o
por la fuerza
que renuncies, te des por vencido y/o mueras quedamente
por dentro.
nadie puede salvarte sino
tú mismo
y será muy fácil desfallecer,
pero que muy fácil,
pero no desfallezcas, no, no.
limítate a mirarlos.
escúchalos.
¿quieres ser así?
¿un ser sin cara, sin mente,
sin corazón?
¿quieres experimentar
la muerte antes de la muerte?
nadie puede salvarte sino
tú mismo
y mereces salvarte.
no es una guerra fácil de ganar
pero si algo merece la pena ganar,
es esto.
piénsalo.
piensa en salvarte a ti mismo.
tu parte espiritual.
la parte de tus entrañas.
tu parte mágica y ebria.
sálvala.
no te unas a los muertos de espíritu.
manténte
con buen talante y garbo
y al cabo,
si fuera necesario,
apuesta tu vida en plena refriega,
al carajo las probabilidades, al carajo
el precio.
nadie puede salvarte sino
tú mismo.
¡hazlo! ¡sálvate!
entonces sabrás exactamente de
qué hablo.