Marguerite Yourcenar (1903/ 1987 )
Aquellos que nos esperan...
Aquellos que nos esperan, están hartos de esperarnos,
y están muertos sin saber que nosotros iremos
a cerrarles los brazos que ellos no pueden tender,
nos legan un remordimiento a cambio de un recuerdo.
Los ruegos, las flores, el más tierno de los gestos
son los presentes tardíos que no se pueden bendecir;
los vivos y los muertos no nos entendemos;
la muerte, cuando viene, nos reúne sin unirnos.
Nosotros no conocemos la dulzura de sus tumbas
nuestros gritos, lanzados muy tarde, se fatigan, se caen
penetran sin eco la eternidad sorda;
y los muertos desdeñosos, forzados a callarse,
no nos escuchan en el umbral negro del misterio,
llorar por un amor que no existió jamás.
Aquellos que nos esperan, están hartos de esperarnos,
y están muertos sin saber que nosotros iremos
a cerrarles los brazos que ellos no pueden tender,
nos legan un remordimiento a cambio de un recuerdo.
Los ruegos, las flores, el más tierno de los gestos
son los presentes tardíos que no se pueden bendecir;
los vivos y los muertos no nos entendemos;
la muerte, cuando viene, nos reúne sin unirnos.
Nosotros no conocemos la dulzura de sus tumbas
nuestros gritos, lanzados muy tarde, se fatigan, se caen
penetran sin eco la eternidad sorda;
y los muertos desdeñosos, forzados a callarse,
no nos escuchan en el umbral negro del misterio,
llorar por un amor que no existió jamás.
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