lunes, 25 de abril de 2011

POEMAS DEL GRUPO DE ESCRITURA

NAVEGO

Navego,
honda dicha acabándose
en la llegada.
bordes aislados,
amargo tramo bajo el sol,
marcha inversa al aire.
Suelto una lágrima apenas,
y es corto el llanto.
No puedo quedarme aquí.
muerte que no descansas,
lunática te abres,
subes y bajas
de las superficies.
Muerte, traga tu saliva
y esconde al ser
en los parques.
Esta hoja blanca,
es mi mano derecha,
rumbo visible
marcando la garganta.
Repetida incógnita,
rígida,
gestos de agua en pedazos

Lucía Serrano










































DESCONSOLADAS LÁGRIMAS

Palpitaba en el fondo
demente de la noche,
la lujuria de haberse equivocado,
de volar en los alrededores
de la luna,
un cuerpo sin excusas.
Provocaba al olvido
con delicadas máscaras
construidas al comenzar
los otoños
y se sentaba bajo el sauce,
para que alguien llorara
en las mañanas.
Detrás del telón,
se arrastraban
desconsoladas lágrimas,
Ídolos celestes,
bajo el escenario
que construyó en silencio
la irrefutable sombra iluminada.
Lucía Serrano
HABLÁBAMOS DE SEXO


Viaje hacia mundos extraños,
nos permitía acercarnos.
Silencios extraviados, risas.
Atención puesta
en el decir de los cuerpos.
Hablábamos de sexo
en el sendero hacia el poema.
Fue nuestro primer cuento incalculable,
atravesando nuestra propia censura.
Estética del nombrar la vida.
Norberto Demarco




















EL PATIO OLVIDADO


Recuerdo de recuerdos
insisten en el patio olvidado.
Allí ocupa varias horas una anciana,
mirando la vid colgada en el alambre
entre las paredes al sol.
Un balde de ropa blanca impecable.
Vapores, olores de generación en generación,
imagen de ella misma, entre las mujeres sentadas
en las orillas del río.
A merced de la guerra,
diversos lenguajes
intercambian miradas.
Hoy otra vez, un hombre se sienta
en uno de los sillones metálicos del patio,
sensible también de recuerdos.
Hasta que un día, uno de esos hombres, escribe.
Todo vuelve a comenzar diferente entre las letras,
narran, discuten, callan, reflexionan,
revolucionan el viejo mundo.
Escribiendo, el poeta desea un patio
donde se transmitan dolores y alegrías.
Restos de la lejanía.

Norberto Demarco









LOS PASOS DEL SILENCIO



Transite unos pasos,
para no tirar la ventana
por la historia;
un decir siempre intencionado.

Sin discriminar ningún sonido
encontré mis huellas
en los pasos del silencio.

Ricardo Guimaraynz




































HABLÁBAMOS DE SEXO



Mientras sostenía apretada con mi mano su nalga,
en ese intento de hacerme y sostenerme en el mundo,
surgía esa ingenua inocencia de darle una flor;
algo que la anclara a la vida.

Entre tintos éramos y bailábamos.
Asumida trola cobarde e inteligente,
hábil sobreviviente, simplemente
hablábamos de sexo.

Mil diálogos esquivos,
mientras la dialéctica de nuestros cuerpos
desbordaba hacia el alma.

Creamos en palabras,
la ocasión,
el silencio adecuado
para la huida necesaria.

Hablábamos de sexo,
acallábamos nuestras almas.

Ricardo Guimaraynz























PLEGARIA PARA LOS SUEÑOS



Que los dioses del sueño
convoquen la quietud,
que la flojedad del músculo
dormido retraiga la emoción,
que tus sueños sean sedosos
levitando sobre un estanque
de nenúfares,
que la sutil trama de la noche
distancie las angustias,
que la dulzura sea tu premio
en el regazo tibio de la cama.

Edgardo D’Alvia

































FOTOGRAFÍA DE UNA BODA



En la tarde entre los bullicios
de los nietos y biznietos,
aparece la foto de los abuelos,
ella con su pelo lavado
contra el rostro,
el vestido blanco bordado,
el ramo de flores,
la mirada lánguida, perdida.
El de pie, con frac,
igual de formal,
sin una sonrisa.

La boda de los abuelos
tan distante y tan cercana,
proyectando sobre los presentes
entre suspiros y nostalgias
los recuerdos entramados de miedos
y ternuras, de esperanzas
y desazones, abroquelados
en almenas olvidadas.

Hoy, una foto amarillea
arrinconada en la vitrina
traccionando la memoria
hacia el pasado de sus vidas.
El vaso de la existencia bebido a sorbos,
metabolizado despacio,
desapareciendo definitivamente
a través de las generaciones que ellos
mismos forjaron, cabalgando sobre
sus genes maravillosos.



Edgardo D’Alvia











UNA HOJA EN EL TIEMPO



Mil páginas se agolpan
y una más.
Nada escapa a los eventos necesarios,
todo lo dicho o por decir
declama en la tarima
de las estaciones, cuando
se esconden verdades
en los escapularios.

No es que los paisajes
se alternen,
o compitan.

No es la intermitencia que asombra,
ni el devenir ,
constante como olas.

Es lo que quiebra
y que zozobra,
lo que vela y devela
el saber de buena tinta,
una hoja en el tiempo,
acertar desde el centro,
solo eso.


Nora Cóliva
















HABLÁBAMOS DE SEXO

Golpea en mi pecho
ese corazón que ya no quiere
ni cardos
ni apuros
ni acertijos.

Cuando vuelva
te ayudo con la planta
la que casi se seca en el balcón izquierdo

Iba a pedírtelo, dijiste
y dimos por terminada
la discusión


Es un corazón, ¿sabes?
que a recorrido a saltos el camino.

Es un pobre corazón
que hace tan poco
palpita
si sonrío.

Y en laberíntico ademán
me acerco un poco,
siento lejos tu piel
y tiemblo el frío.


“Prefiero , digo ,
cuando hablábamos de sexo”
Nora Cóliva
UNA VEZ LA VIDA



Una vez la vida te encuentra
entre bálsamos refrescantes
ignorando lejanías de ti mismo.
Discurre entre chispeantes conversaciones
y nostálgicos sonidos.
Acordeones,
arpegios combinados de palabras
acuden desde el futuro.
Los lirios se mecen al ritmo del encuentro,
el sol planea su partida y nadie le cree.
en la escalinata abierta de versos alienados.
No girará la cabeza para mirar la destrucción,
embellecerá los jardines del infierno
sin ninguna esperanza e inocencia.
Escribirán sus versos una nueva manera de vivir.



Jorge Montironi























HABLÁBAMOS DE SEXO



Casualidad, confusión, nervios, gusto,
nosotros siempre hablábamos de sexo.
Irremediable relación, relación sexual.
Todos juntos. Una orgía.
Entramos o salimos, con y de nuestros órganos sexuales.
Todos eran órganos sexuales. Agujeros, bordes y penínsulas.
Todas eran palabras. Suburbios del decir.
No podíamos. Impotencia.
Podíamos. Garchar.
Risas por doquier, entró.
Nosotros éramos felices hablando de sexo.
Las rías, se enredaban en nuestros cuerpos salobres.
El camino siempre era corto entre amigos.
Remábamos cual deportistas especializados.
Siempre curábamos algún que otro desvarío.
Descubrimos una sexualidad posible,
burlamos el seguro desencuentro.
Alquimistas de la palabra,
atentábamos contra cualquier indiferencia.
Amábamos los festejos y reíamos por nada.
Invitábamos a la tristeza sólo para animarla.
Nuestro refugio era el encuentro.
Con toda la picardía y sin ninguna inocencia
nosotros siempre hablábamos de sexo.



Jorge Montironi

No hay comentarios:

Publicar un comentario